martes, 9 de marzo de 2010

LECTURA COMPLEMENTARIA SOBRE NUEVAS TECNOLOGÍAS

La colonización de la subjetividad (fragmentos)
Por José Pablo Feinmann

(…) El taxi, caja de resonancias, le daba al taxista la envidiable condición de ser un portador de lo que “se dice”; no “la voz del pueblo”, (…) El poder comunicacional colonizó la subjetividad de los taxistas. Ahora, todos o casi todos, comunican al pasajero “sus”
opiniones en lugar de comentarle lo que “se dice”. Esta locuacidad tachera, este embanderamiento casi militante, surgió con una de las tantas maniobras del menemismo: se apoderaron de una radio de enorme potencia y (en este mundo comunicacional) lo que importa es más “oír” que “qué oír”. (…) El hombre cree que expresa sus ideas, pero expresa las ideas de otros. Cree que habla un lenguaje, pero es otro lenguaje (o, digamos, el lenguaje de Otro) el que habla por él. (…) Un triunfo del poder comunicacional. (…) el triunfo del poder comunicacional ha consistido en hacerle creer que aquello que dice es lo que él dice, que las ideas que expresa son “sus” ideas, que su subjetividad le pertenece y hasta se encuentra habitada por convicciones fuertes, las más fuertes que tuvo en su vida. No habla, es hablado. No tiene subjetividad, se la han colonizado, se la expropiaron y le pusieron otra que habla por él. Sin embargo, él se cree más libre que nunca y hasta tiene convicciones que le permiten pedir la muerte o la expulsión social de los “indeseables”: piqueteros, delincuentes, inmigrantes latinoamericanos.
(…) Es el nuevo proyecto de dominación mundial: colonizar las conciencias, someter la subjetividad. (…) A partir de 1989 lo que se consolida es una “revolución”. Una “revolución capitalista”. Otra más, tan trascendente como la francesa. Es la “revolución comunicacional”. (…) hubo una revolución, la hizo el capitalismo, (…) Radica en eliminar de la Tierra la capacidad denegación, de diferenciación. (…) En encadenar, no ya los cuerpos sino los sujetos. Sujetar los sujetos. Sus principales armas no son tanques, ni misiles, ni neutrones. Es la televisión. Es el cine. Es el periodismo. Los magazines. Las radios. Los canales de cable. Y, formidablemente, Internet, donde algunos creyeron, muy ingenuamente o con decidida mala fe, que iba a instalarse la “sociedad transparente”
(…) El poder del poder comunicacional radica en que todos pensemos “lo mismo”. Lo mismo que el Poder. (…) Este punto es esencial: el Poder, al someter mi subjetividad, elimina mis proyectos, mi futuro más propio, lo que hubiera querido hacer con mi vida. Mis posibilidades (…) son las del Otro, (…). Ya no soy yo quien decide, soy decidido. Escribe Heidegger: “Disfrutamos y gozamos como se goza; leemos, vemos y juzgamos de literatura y de arte como se ve y juzga (...) encontramos ‘sublevante’ lo que se encuentra sublevante”. (…) El Poder comunicacional es publicitario, publicita una y otra vez sus mercancías y sus ideas fetiche. Las vuelve seductoras. Nos entretiene.
(…) Lo poderoso del Poder es dar las respuestas. Al hacerlo elimina la posibilidad de las preguntas. Y sobre todo de la pregunta fundamental: “¿Es justo que el Poder sea el Poder? ¿Es justa la sociedad del Poder?” Y también: “¿Qué pienso ‘yo’ de todo esto?” Aquí asomaría ya la rebelión. Sofocar el surgimiento de esos estados de conciencia es la tarea de lo comunicacional en tanto colonización y oscurecimiento.
(…) Se trata, en suma, de recuperar la subjetividad. De lanzarla hacia otras subjetividades. De conquistar lo intersubjetivo y la potencia constituyente de las conciencias libres.
(…) Se trata de señalar sencillamente que este mundo es abominable y no tiene rescate. Se trata de una lucha civilizatoria. De una reconquista de la conciencia del hombre-mujer. (…) Sartre dijo, (…): “Uno es lo que hace con lo que hicieron de él”. Bien, no se puede entonces demorar más. Porque lo que todo el tiempo hacen con nosotros es basura. De nosotros depende hacernos otra cosa.

El articulo completo se encuentra en el libro de reciente edición La historia desbocada. Nuevas crónicas de la globalización. (2009) Buenos Aires, Capital intelectual. También se lo puede encontrar en http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-31003-2004-02-01.html

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